Van Halen y los caramelos marrones
Pasamos a relatar a continuación lo que frecuentemente había sido tildado de "leyenda urbana" y que no deja de ser una noticia bastante curiosa a incluir en nuestro anecdotario musical.
Hubo un tiempo en que Van Halen era una de las bandas más grandes del planeta como bien atestiguaban los espectaculares directos del tándem liderado por el showman David Lee Roth y el genial guitarrista Eddie Van Halen. Tal era su caché que por ser cabezas de cartel en el U.S. Festival en 1983, la banda alcanzó el hito de ser el grupo que más había cobrado por un único concierto; nada más y nada menos que 1,5 millones de dólares de la época. Consecuentemente, toda la infraestructura que rodeaba al grupo era verdaderamente gigantesca. Minuciosos al máximo para ofrecer el mejor espectáculo posible, el grupo no era sólo exigente con los lujosos caprichos de backstage que les aseguraran una buena juerga, sino con todo lo que rodeaba el montaje de su show.
Entre las cláusulas del contrato, en el artículo número 126 en concreto, de repente, y en medio de millones de especificaciones técnicas, aparecía una extraña petición. En los camerinos de la banda debía haber un cuenco lleno de M&M’s, las famosas chocolatinas de colores, señalando que debían haberse retirado las de color marrón. La banda indicaba así mismo que se reservaba total potestad para tomar las medidas que considerasen oportunas, incluyendo la cancelación del concierto en cuestión, si se pasaba por alto este punto del contrato.
¿Caprichos disparatados de una estrella del rock con el ego subido? ¿Fobia al color marrón? Pues no. La verdad es que lo anterior tiene una explicación no carente de lógica y tal acción perseguía un fin bien concreto. El motivo no era otro que asegurarse de que se habían leído de manera minuciosa todos y cada uno de los puntos del contrato. De esta manera, el grupo sabría de antemano cuando llegase al backstage si sus especificaciones habían sido respetadas por el mero hecho de encontrar el bol de caramelos en cuestión. Sin embargo, y como indicaba hace unas cuantas líneas, eso llevó a la difusión de una leyenda urbana que seguro causó más de una pesadilla a los promotores de conciertos de la época. Y es que si Van Halen daba con M&M’s marrones en su bowl, podían arrasar con todo a su paso y mandar al garete el concierto ya que la fama de salvajes y juerguistas que les precedía también era importante.
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monguiboy -